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Como traductor jurado inglés en Cambrils, ciertas zonas de mi instinto profesional (confluyentes con la pasión literaria) se activan cuando oigo hablar del Ulises, la icónica obra del escritor irlandés James Joyce. Señalada como una de las novelas más complejas jamás escritas, abandonada por innumerables lectores fatigados por el genio y objeto de numerosísimas interpretaciones académicas aún hoy, la obra es de obligada lectura (o, al menos, intento de la misma) si eres aficionado a la literatura inglesa.
Sus rasgos más notorios son: la comparación en su trama de héroes épicos como Ulises con individuos modernos, grises, como el protagonista Leopold Bloom, atados por sus propias miserias cotidianas que los embarcan en sus personales y humildes odiseas; el constante uso de referencias a la cultura clásica, así como a la cultura popular irlandesa; la metamorfosis incansable de la lengua en la narración, sea cambiando de estilo (imitando la prosa funcionarial, utilizando la técnica de la corriente de conciencia o "stream of consciousness", parodiando los estilos de diferentes figuras de la literatura inglesa), inventando nuevos términos y juegos de palabras o incorporando expresiones y voces propias del inglés coloquial de Dublín.
No es de extrañar que una novela de estilo tan intrincado presentase desde un principio un quebradero de cabeza para cualquiera dispuesto a enfrentarse a ella, fuera o no traductor jurado inglés en Cambrils. La primera traducción española fue obra en 1945 del argentino Salas Subirat. Escasamente apreciada en España por el exceso de localismos porteños, fue seguida en 1976 por la traducción de Valverde. Hubo una tercera firmada por García Tortosa y Venegas en 1999.
Las disensiones que todavía existen entre defensores y detractores de las diversas traducciones de Joyce ponen de manifiesto una realidad que en Agent Lingua tenemos como máxima: que el trabajo de la traducción requiere de una minuciosidad y una atención que son proporcionales al valor de sus frutos.